divendres, 26 de juliol del 2019

Carta abierta a Manuela Carmena | Francesc Reguant

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Desconozco tu dirección, que he buscado (quizás insuficientemente) por ello te escribo desde un medio abierto con la esperanza que te llegue este escrito.

A los catalanes nos duele la incomprensión desde Madrid, nos duelen especialmente las mentiras contra uno de los pueblos más demócratas que forman el Estado Español, nos duele la humillación y nos duele el odio contra el pueblo que ha protagonizado las mayores manifestaciones pacíficas de Europa, un pueblo abierto y europeísta. Pero me ha sorprendido y dolido que una persona como tú se haya dejado influir por el principio ya expresado por quien sabemos que una mentira muchas veces repetida acaba convirtiéndose en verdad para muchas personas.

Te explicaré por qué no te entiendo cuando niegas la categoría de presos políticos a nuestros representantes democráticamente electos y líderes de movimientos sociales. En el año 1968 inicié la carrera de Ciencias Económicas en la Universidad Complutense de Madrid. Durante los primeros días de enero la policía mató a Enrique Ruano (entro joven y vivo y salió muerto). Allí tuve mi primer estreno en manifestaciones democráticas (todas ilegales), en marzo (en las fechas puedo cometer algún pequeño error) fui detenido, el uno de mayo volví a ser detenido por gritar “libertad!!!” en el Puente de Vallecas. Todo, absolutamente todo lo que hice y de lo que me acusaban era ilegal. Franco nunca reconoció que tuviera presos políticos.

Pero tuve suerte y me asesoró gratuitamente Francisca Sauquillo, abogada que conoces bien ya que formaba parte, si no me equivoco, del mismo despacho que tú. Un despacho al que todos los demócratas debemos agradecimiento y profundo respeto. Es decir, por casualidad me ayudó Francisca Sauquillo pero podías haber sido tu quien me orientara en mis dificultades con la policía política de Franco. Francisca Sauquillo SÍ consideraba que yo era un preso político y que mi lucha ilegal era una lucha justa y necesaria.

Hablamos de presos políticos porque las personas que están en la prisión no han hecho otra cosa que reivindicar unos derechos humanos fundamentales por medios absolutamente pacíficos i cívicos (evito contigo justificar que alguien pueda tirar una botella de plástico vacía sin formar parte del espíritu de la manifestación ya que no se puede controlar todo, si ello fuera delito el presidente del Madrid o del Barcelona estarían condenados a cadena perpetua). Yo estaba allí el famoso 20 de setiembre frente a la sede del Departamento de Economia. A mi lado una joven periodista de Antena 3, ni ella ni yo temíamos por nuestra integridad. Había mucha gente de pie, sentada o tomando cervezas, algunas personas mostraban claveles a la Policía Nacional, la ANC, con sus servicios de orden, procuraba (con éxito) que la concentración no se descontrolara, los líderes de ANC i Omnium llamaban a la calma i al pacifismo. Tu entiendes que yo me escandalice cuando tu justificas que estos líderes estén hoy en prisión por haber incumplido las leyes, qué leyes? Las de concentración pacífica, debidamente informada. Los Jordis es que ni siquiera desobedecieron nada, nada a menos que salga de un relato fantástico avalado por el feroz nacionalismo español que contamina derecha e izquierda amparado en unos poderes facticos de los que por prudencia no diré nada más.

Y los demás presos, los cargos electos. Estos sí desobedecieron, como yo en 1969. Desobedecieron porque se les prohibió el derecho a debatir en el Parlament, a consultar las opiniones de las personas y a dar respuesta a un clamor que viene de muchos y muchos años de humillación, discriminación y desprecio contra un pueblo que es minoría en España. La derogación de parte del Estatut (lógicamente la parte más substancial) colmó el vaso de una ciudadanía pacífica que había votado el Estatut después de un proceso parlamentario absolutamente legal.

Los catalanes en España somos minoría y desde la supremacía del poder se ha construido el relato del desprecio. Amiga Carmena, ¿cómo quieres que nos sintamos los catalanes si somos el enemigo necesario al que humillar para cohesionar el nacionalismo español?. Todos los partidos, excepto honrosamente Podemos, usan el enemigo catalán para ganar elecciones o para no perderlas. ¿Cómo puede funcionar un país donde se permite maltratar a una minoría de manera impune y con ello se engrandecen los valores de la sagrada patria?.


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