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Cayo Lara está más cerca de Calvo Sotelo que de aquellos comunistas que lucharon contra el fascismo
En defensa de un proyecto nacional español
progresista hemos tenido últimamente las propuestas posmodernas y populistas de
Íñigo Errejón y César Rendueles, dentro de esa misma escuela populista
posmoderna pero referenciándose más en Marx y en sus escritos sobre España
tenemos Clara Ramas San Miguel, por supuesto, obviamos los exabruptos de
Santiago Armesilla por su escaso valor teórico; pero ha sido Cayo Lara con una
intervención contundente, sin medias tintas, en la localidad cordobesa de Palma
del Río quien ha zanjado en la teoría y en la práctica este debate, y lo ha
hecho evidentemente con un cierre reaccionario y nacionalista español, pero no
solo eso, sino que deja claro cuál debe ser el rol del pueblo trabajador andaluz
en ese proyecto: sumisión y dependencia.
Para quien no sepa de lo que estamos hablando
antes de seguir leyendo este artículo, rogamos tomen nota de las declaraciones
de Cayo Lara tal y como recogieron los compañeros de la revista La Comuna pinchando aquí. Declaraciones que se han viralizado.
Habrá quien piense que esa imposibilidad de
implementar un proyecto nacional español progresista choca una y otra vez con
los escollos catalán y vasco, probablemente también con el escollo gallego,
estará en lo cierto; sin embargo, para la realización teórica y práctica de ese
proyecto nacional español progresista no hay mayor escollo que Andalucía, esa
anomalía, ese estorbo molesto, ese peso muerto que solo puede vivir con una
maquina asistida que en vez de oxigeno insufle dinero a un pueblo incapaz de
desarrollarse por sus propios medios.
No hay más remedio que reconocerlo: España creó el
problema nacional andaluz.
Andalucía, siempre incomprendida, que expresa como
ningún otro lugar del Estado español, y quizá de Europa, ese poema de Los
Nadies de Eduardo Galeano:
Los nadies: los hijos de nadie, los
dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los
ninguneados, corriendo la Liebre, muriendo la vida, jodidos,
rejodidos:
Que no son, aunque
sean.
Que no hablan idiomas, sino
dialectos.
Que no hacen arte, sino
artesanía.
Que no practican cultura, sino
folklore.
Que no son seres humanos, sino
recursos humanos.
Que no tienen cara, sino
brazos.
Que no tienen nombre, sino
número.
Que no figuran en la historia
universal, sino en la crónica Roja de la prensa
local.
Los nadies, que cuestan menos que la
bala que los mata.
Algunas consideraciones a tener en cuenta, sobre
Cayo Lara:
Independencia nacional, solidaridad e
internacionalismo. No, no vamos ahora a acudir a los textos de Marx
sobre Irlanda, ni a los debates entre Lenin y Rosa Luxemburgo sobre la “cuestión
nacional”, ni siquiera a la propia historia del movimiento comunista en el
Estado español, que el propio Lara debería conocer, ni a por qué se fundó en
1932 el PCC y en 1936 el PSUC, ni a quién fue Joan Comorera, ni a los llamados
de la III Internacional a los comunistas del PCE para encabezar la lucha de
liberación nacional de Euskadi, Galicia, Cataluña o Marruecos; no, no nos hará
falta hacer memoria, algo que tanto incomoda a algunos. El actual movimiento
nacional catalán, como en el pasado, es amplio y en él pugnan diferentes
visiones, algo consustancial a todo movimiento nacional real y de masas; a pesar
de la existencia de visiones reaccionarias y derechistas, evidentemente, a día
de hoy prima el contenido democrático, es decir, prima su contenido como
movimiento contra el régimen postfranquista español, como movimiento contra el
Estado de la gran oligarquía española. Negar políticamente este hecho supone o
equivocarse de enemigo o, peor aún, ponerse del lado de la elite económica y
política imperialista española.
La posverdad del PER. En la
posverdad sobre el antiguo PER, hoy PROFEA (Plan de Fomento del Empleo Rural),
se suelen mezclar sin criterio, tal y como hace Cayo Lara, el propio PER, la
renta agraria, el subsidio agrario, etc., el caso es mostrar la imagen de un
país, Andalucía, subvencionado, vago, que incluso disfruta de la buena vida que
da el recibir dinero a cambio de nada. El PER es un programa destinado al mundo
rural de Andalucía y Extremadura. El PER se paga con el dinero que el Estado
español recibe de los fondos correspondientes a la Política Agraria Común (PAC)
y lo reciben entre otros y, sobre todo, grandes terratenientes, si no que le
pregunten a la Casa de Alba, a los Domecq o a los bancos más importantes del
Estado español, entre otros. De los 3.500 millones de euros que recibe Andalucía
de la PAC, el 80% van a parar a los grandes terratenientes. En cuanto al
subsidio agrario y la renta agraria, lógicamente para ser cobrados es necesario
cumplir una serie de requisitos, entre ellos trabajar y cotizar; y más allá de
la posverdad lo cierto es que en 2013 este subsidio suponía el 2% solamente del
gasto estatal en desempleo y lo cobraban el 23% de los trabajadores eventuales
agrarios. Al contrario de que lo que sostiene Cayo Lara las trabajadoras y los
trabajadores del medio rural andaluz no necesitan del dinero de Catalunya para
vivir.
¿Reforma agraria?, ¿la tierra para quien
la trabaja? Y es que a las trabajadoras y trabajadores del medio rural
ni les gusta la limosna ni sienten especial predilección por ser mantenidos sin
trabajar porque tienen dignidad. Si existe el PER es por la sencilla razón de
que hay que mantener el actual modelo de explotación capitalista en el medio
rural andaluz sin que salten chispas ni haya una explosión social. La solución
no es otra que la nacionalización de los latifundios para que las jornaleras y
los jornaleros puedan trabajar, pero no, Cayo Lara no fue a Palma del Río a
defender la reforma agraria, ni la nacionalización de los latifundios en manos
de terratenientes, multinacionales o bancos, ni que la tierra sea para quien la
trabaja, no, fue a otra cosa que explicamos a continuación…
El discurso del odio. Cayo Lara
fue a Palma del Río a crear incertidumbre, a crear miedo y peor aún a sembrar el
odio entre pueblos, ¿desde cuándo la izquierda tiene que sembrar el odio entre
pueblos? La respuesta es clara: el proyecto nacional español progresista es un
cascarón vacío, por tanto acaba asumiendo en la práctica el actual estatus quo
imperialista español y su discurso del enfrentamiento entre pueblos.
Es frecuente escuchar a militantes de Podemos o de
Izquierda Unida afirmar que el movimiento independentista catalán ha desatado el
fascismo y el nacionalismo español, pero, ¿acaso el discurso del odio de Cayo
Lara no lo fomenta?
Cayo Lara de la mano de Durán i
Lleida. Curiosamente, a quien beneficia el discurso de Cayo Lara es a
lo más reaccionario del desaparecido universo CiU, concretamente al discurso de
esa buena vida rural andaluza pagada con el esfuerzo de los empresarios de bien
catalanes que defendía el líder de la extinta Unió, Josep Antoni Durán i Lleida.
Curiosamente, o no tanto, las palabras de Cayo Lara vienen a reforzar a los
sectores más atrasados del movimiento nacional y democrático catalán, aquellos
sectores del PDCAT o de Esquerra que asumen el mito de la buena vida rural
andaluza a costa del esfuerzo de los catalanes y catalanas; en definitiva,
refuerza a ese sector del independentismo que basa sus argumentos en superar sus
vínculos con pueblos atrasados como el andaluz, que supuestamente lastran el
desarrollo social y económico catalán.
¿La dependencia y el subdesarrollo son
progresistas? Esta pregunta se transforma en afirmación rotunda a tenor
de las palabras de Cayo Lara. Mantener Andalucía en el extractivismo y en el
neoextractivismo, es decir, el turismo, mientras que para que no haya
un estallido social se colocan parches y remiendos. El proyecto nacional español
progresista al no contemplar la cuestión nacional andaluza acaba por no tener
una alternativa política y por tanto termina por reproducir lo que hay: un
modelo económico extractivo que no beneficia al pueblo trabajador sino a
terratenientes y multinacionales, basado en la explotación de una clase obrera
cada vez más precaria y que refuerza la opresión sobre las mujeres trabajadoras
y mucho más si encima son inmigrantes.
No contemplar la cuestión nacional andaluza
significa negar al pueblo trabajador andaluz la salida de este círculo vicioso;
es negar la posibilidad de que podamos decidir diversificar nuestra economía y
vivir dignamente de nuestro trabajo. Quien le niegue la soberanía nacional a
Andalucía le niega su futuro.
Defender el rol de Andalucía en el Estado
español y en Europa. No nos cansamos de decirlo: la izquierda española
no tiene más programa político para Andalucía que una mera gestión “humana” de
lo realmente existente: el régimen postfranquista español y nuestro papel
subalterno y dependiente. Habrá quien piense que son unas declaraciones aisladas
y de una persona con poco peso político dentro de Izquierda Unida, sin embargo,
ni la dirección estatal, ni, lo que es más significativo, la dirección andaluza
han salido públicamente a desautorizar las palabras de Cayo Lara. Silencio, un
silencio cómplice y vergonzoso.
Jesús Larrañaga y los comunistas
malagueños de 1936. Es de sobra conocida aquella afirmación de Calvo
Sotelo en la que decía preferir una España roja a una España rota, lo que no es
tan conocida es la respuesta que le dio el dirigente del Partido Comunista de
Euskadi (EPK) Jesús Larrañaga a esas palabras: “Se equivoca el Sr. Calvo
Sotelo, porque una España roja será una España rota. Y Cataluña será libre. Y
Galicia será libre. Y Euzkadi será libre”. Definitivamente, Cayo Lara poco
tiene que ver con el legado de mujeres y hombres como Larrañaga que dieron su
vida en la lucha contra el fascismo, por la democracia y el socialismo. Tampoco
Cayo Lara tiene nada que ver con aquellos militantes del PCE de la Málaga la
Roja de 1936 que junto a la UGT, la CNT, el PSOE y la FAI firmaron un pacto
en cuyo punto número 15 se defendía el derecho de
autodeterminación de Andalucía: “Las organizaciones abajo firmantes estiman
debe concederse a nuestra Región el derecho de autodeterminación fundando los
órganos propios para gobernarse libremente dentro de la Constitución, al igual
que y en el concierto de las otras regiones hermanas de Iberia”.
Definitivamente, Cayo Lara está más cerca de Calvo
Sotelo que de aquellos comunistas que lucharon contra el fascismo.
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